sábado, 11 de agosto de 2012

Cholula II

Me ganaste. Yo lo dije cuando salí de aquella ciudad: si regreso será porque fracasé. Me ganaste. Me rindo. Fracasé. Y sí, eres hermosa. Y sí, hay que atarse a los mástiles para no ahogarse en tu canto. Y sí, te amo. Pero se acabó. Estoy cansada.

Estoy tan cansada de los éxodos interminables
de las constantes bajas
de tu negligencia
de tu endogamia
de tu falta de pudor
de tu gente hermosísima
de tus perros
de tus borrachines en las banquetas.

Me ganaste, pulpo de ochocientos brazos, me enredé aquí y ahora me sofoco.

Todos los que estamos aquí, estamos huyendo de algo, dije una vez. Ciudad de forajidos, de escapistas, de bandidos, de viejos lobos de bar. Todos los que estamos aquí, estamos huyendo de algo y creemos torpemente que hemos llegado a puerto, que este es el final del camino. Pero aquel que huye deberá huir toda su vida. Irse de noche, sin prender las luces, sin despertar a nadie. En silencio. Se nos veía en la cara, en las frentes marcadas por la vergüenza de la huida. Tarde o temprano te encontrarán, tarde o temprano tendrás que incendiar tu rastro e irte. Me ganaste. Creíamos que habíamos tocado puerto, que esta taberna cálida e iluminada era nuestra casa, no sospechábamos que bebíamos con fantasmas. Fingíamos no saber que besábamos forajidos, que nos anclábamos a escapistas.

Y no sé cuándo. Y no sé si esto es sólo un arrebato. Pero no, esto es más. Esto es una enunciación: perdí. Vas dejando poco a poco de ser mi casa. Voy quedándome otra vez a la intemperie. Me ganaste como la presa fácil que soy. Fue tu vibrar, tus cientos de ojos brillantes, los miles de tragos bebidos sobre decenas de barras. Fui insoportablemente feliz. O bien: pensé que podría ser insoportablemente feliz, que estaba a nada, a un segundo, a un destello de domarte, yegua brava. Pero no lo fui. Pero lo era a medias. Pero ya no sé qué se nos rompió.

Te voy a dejar. No sé cuándo, pero lo decidí. Necesito nuevas sirenas, porque tus cantos embriagados en la madrugada ya no enloquecen a nadie, tu voz aguardientosa y corrupta. Te parecías tanto a la libertad: jaula bellísima llena de bestias.

Yo lo dije cuando huí de la última ciudad: si regreso será porque fracasé. Y fracasé y no sé si volveré a aquella ciudad o me iré a cualquier otro lado a terminar de perderme. Mira cómo me tienes. Mira cómo me has roto. Qué bueno que estás de noche porque no te quiero ver. No quiero verte nunca: tan bella, tan cruel, tan hija de puta.

Esto es una enunciación y eso me parece bastante: te quiero pero me dueles. Te quiero pero me voy a ir y no voy a volver la cabeza para ver mis ruinas. Para ver tus ruinas brillantes e impolutas iluminadas en la noche. Me voy a ir, te lo informo para que, cuando ya no pise tus charcos, ya no vuelva, muy tarde, por tus calles, temblando de frío y de vida, no te vayas a sorprender. Esto no es una amenaza, Cholula, mi amor, esto es una advertencia.

Felicidades: ya ganaste.

3 comentarios:

  1. "Te quiero pero me voy a ir y no voy a volver la cabeza para ver mis ruinas." me acordé del poema de kavafis:


    Dices: «Iré a otras tierras, a otros mares.
    Buscaré una ciudad mejor que ésta
    en la que mis afanes no se cumplieron nunca,
    frío sepulcro de mi sentimiento.
    ¿Hasta cuándo errará mi alma en este laberinto?
    Mire hacia donde mire, sólo veo
    la negra ruina de mi vida,
    tiempo ya consumido que aquí desperdicié.»

    No existen para ti otras tierras, otros mares.
    Esta ciudad irá donde tú vayas.
    Recorrerás las mismas calles siempre. En el mismo
    arrabal te harás viejo. Irás encaneciendo
    en idéntica casa.
    Nunca abandonarás esta ciudad. Ya para ti no hay otra,
    ni barcos ni caminos que te libren de ella.

    ¿No comprendes que al arruinar tu vida entera en este sitio, la has malogrado en cualquier parte del mundo?


    Menos las 3 últimas lineas, es trad. de tu querido Ángel González, oh, cuando murió estábamos en cholulita. ¿te acuerdas? Seguro que el poema ya lo has leído o ya te lo he citado (mis referentes son escasos) pero es que tu texto me lo recordó mucho. Yo me fui de cholula pero nunca he conseguido escapar de ella. Siempre gana.

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  2. Querida, últimamente lo recuerdo todo. Ya te contaré de mis pesares cholultecas cuando te vea. Te quiero tanto.

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  3. Y he vuelto a llevar de la mano el fracaso y el veneno de esta ciudad que tanto ha crecido en mi ausencia.

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