Estoy a poquísimos días de cumplir 24 años. Lo pienso y siento un pequeño vacío en la panza, en el pecho. No es la tontería esa de hacerse viejo o de hacerse mayor, ridículo sería que a los 24 tenga miedo de hacerme vieja. Es algo más, es un temor animal que no sé como explicar. Es un temor como a no dar el ancho.
A veces me veo y me parezco el ser más indefenso del planeta: me cortan la luz porque pierdo el recibo y no voy a pagar, tengo un cuerpo idiota que se enferma cada tercer día, no me alcanza el dinero para comer y tengo que ir a visitar almas caritativas que me alimenten, siempre se me va el camión de la basura, tengo un par de deudas millonarias con la biblioteca de la universidad y con Blockbuster, olvido coser los botones que se me caen de la ropa, tengo que checar en más de una ocasión que la estufa esté apagada. A veces pienso que soy medio sope para esto de la vida. Y es eso lo que me preocupa: veinticuatro ya es un número en el que uno tiene que valerse por sí mismo. Y me asusta tener la certeza de que, mientras más tiempo pasa, estoy más lejos de los problemas resueltos por el resto de la gente, por esa gente que me mira ahí, tan torpe como un animalito del bosque y se toca el corazón y me echa la mano.
Ahí están mis padres, claro, pero uno es un animalito del bosque muy pretencioso que prefiere vivir de latas de atún un mes que pedir un paro de dinero a sus papás. Me da mucho miedo la idea de que, mientras más años cumpla, el "está morrita" ya no va a ser lo que concluya la gente cuando hablen de mis pendejadas. Porque si para algo es bueno este animalito del bosque es para hacer pendejadas.
Me gusta la estupidez de la juventud. Es una estupidez a la que todos tenemos derecho, es una estupidez que voy a ir dejando poquito a poco, casi sin darme cuenta. Una estupidez que voy a empezar a notar en gente más joven y a decir con añoranza y tristeza: "bueno, están morritos". Me da mucho miedo.
Veinticuatro es sólo un número. No es siquiera un número grande si hablamos de edad, pero es un número que irá aumentando sin importar lo que yo haga o deje de hacer (digo, a no ser que me muera porque los muertos no cumplen años, pero los muertos tampoco pueden permitirse hacer estupideces. Nunca he escuchado a alguien decir "Qué pendejada hizo fulano, pero bueno, es un muerto"), y para cómo me veo -sentada en la cama sin haber dormido, esperando que den las 10 para ir a la tiendita a comprar algo de comer porque ayer me olvidé que la gente come y se me ha olvidado ir al súper en meses- voy a terminar siendo uno de esos adultos accidentados y curiosos. Una de esas personas a las que la vida los rebasa y de pronto, en medio de la calle, con una tormenta encima, se sueltan a llorar porque se les rompió la bolsa dónde llevaban sus naranjas y sus jitomates.
Sí, me aterran mis prontos 24.
Tranquia linda, los 24 son una edad increÍble.
ResponderEliminarPero tienes razón, a esa edad ya uno deja de extender la mano y comienza las pruebas personales para valerse por uno mismo en la vida.
Yo soy como tu: desde hace un tiempo no me gusta pedirle a mis padres y a veces sufro porque no me alcanza para la luz. Pero es una prueba personal que me puse al decidir ser independiente.
-Quiero demostrarme a mi misma que puedo sobrevivir en este mundo. No para demostrarle a nadie mas nada, sólo a mi.
Es abrumador, pero es delicioso irte validando como persona. Tu solita. Bajo tu tabulador, no bajo el de nadie mas.
Ve escogiendo tus batallas, poco a poco... para tener tiempo de disfrutar las victorias.
Y festeja... y disfruta...y baila bajo la lluvia, porque aún nuestras articulaciones nos lo permiten :)
Bonito, triste pero bonito.
ResponderEliminarComo alguien que lleva medio año caminando en los 24, te puedo decir que el terror pasa... al siguiente número.
ResponderEliminar(Acabas de describir a tres cuartos de la población mundial) Deja tú el 24... conozco gente de 44 que está igual, o peor..., de hecho peor, si a los 24 sientes el llamado de la seriedad y la culpa te invade por no responderle, ¡imagina a los 44!
ResponderEliminarPor lo menos tienes un pretexto, la ternura que te invade, que te envuelve, que te llama, que te cubre, que desprendes... vale más que mil recibos que pagar o sin cubrir. Ahí hallarás el punto clave de todo aquello que hoy medio te atormenta, que te espanta el sueño... nomás tantito dijo el indio... aguanta gusanito, que ya casi llegamos...
Vas bien, vas muy bien; mejor de lo que crees...
Esas dudas son normales, no te preocupes vas a estar bien y nunca dudes de lo que sabes; me gustaron mucho tus letras felicidades.
ResponderEliminaruna que tiene 24, te comenta que la vida sigue siendo igual de chata, que seguis sin pedirle plata a tus padres, y que el atun enlatado sigue estando enlatado en tu alacena.
ResponderEliminarTímido me dijo de golpe:
ResponderEliminar"señor poeta, haga un poema de triste pendejo".
Su amargura me hizo hacer gestos.
Escribí:
"no hay tristes que sean pendejos"
y nos fuimos a emborrachar.
Beber y releer para no sentir el tiempo, un bicho que anda y anda, repetir las palabras dentro de la cabeza, los poemas de siempre, los cuentos de siempre, con los ojos cerraditos y tratar de no mirar (así me siento hoy) y morir en nuestra casa oscura, dentro de un tiempo propio.
Si hubiera estado porai, nos hubieramos ido a emborrachar con nuestros vestiditos de sara de la temporada pasada. Y hubieramos hablado y reído y hubiéramos mareado a algún wey nomás por entretenernos. Si hubiera sido así, tal vez hoy no me sentiría tan vieja.
te extraño.
Amiga, uno comete esos errores toda la vida, tenga 15, 30 u 80. Imáginate entonces que la gente de 80 sea perfecta y deje de cometer errores, dejarían de ser personas para ser no se qué. Crecer no sé bien que sea, pero dejar de cometer errores no lo es.
ResponderEliminarmientras no tengas los temidos 27 no problem, tranquila Ale, todo ira bien. MÍRATE COMO ESCRIBÍS! LA INTELIGENCIA POR LOS POROS MUJER!
ResponderEliminar¡Animalito de bosque!
ResponderEliminartengo 21... y me pasa lo mismo. pero -como dice la chica "alive" de dos comentarios arriba- mirate cómo escribís; deberías escribir y dejar de comer. total, la comida qué?
ResponderEliminary acabo de caer en la cuenta que todos hemos puesto "consejos" como si te sintieras mal, o como si fueras a tomar en cuenta el consejo de alguien de Mérida, Yucatán a quien jamás has visto, con quien jamás has hablado. al carajo, la verdad haz lo que quieras... y sí, es que no me importas; pero sigue escribiendo.