domingo, 26 de diciembre de 2010

La corcobaya que narra

Son las tres de la mañana. Son las tres de la mañana. No puedo dormir y son las tres de la mañana.

¿De qué habla uno en un primer post? Uno se justifica, imagino. Uno se disculpa con los lectores -de antemano- por todas las barbaridades que escribirá. Lo siento.

No sé porque abrí un blog. Es decir, no podría justificarme. Digamos que lo hago por lo mismo que un niño va con su madre y le enseña un dibujo: mira.

Desde lo inmediato, abrí un blog porque siento un abismo creciéndome entre las costillas y hay que exorcizarlo. Hay que decirlo para ver si lo entiendo, para ver si deja de joder.

No deja.

También lo abrí por las cotidianidades. Soy más bien un animal de lo cotidiano. Soy, sobretodo, un animal de las narraciones. Soy una corcobaya que narra.

Y sí, soy una persona solitaria. Más allá de cualquier estética, yo soy más grande hacia adentro que hacia afuera. En actos como abrir un blog pretendo una comunicación cómoda e íntima. En un blog uno nunca verá la cara de su interlocutor (ahora me recuerdo, hace muchos años, apagando las luces y hablando, con un chico, en la oscuridad, sólo así, sin verlo, podía hablar desde lo emotivo con él), yo sólo con los ojos cerrados puedo contar la historia completa.

Y eso, este es un blog, el tercero que abro. Probablemente, el tercero que abandone.

1 comentario:

  1. Anticlimática Corcobaya,

    Encuentro una infrecuente y poco común precisión en el ritmo de sus palabras, ritmo pautado por una puntuación precisa, anormal y correcta que agradezco por excepcional y extraña.

    Supongo que será un gusto leerla en más de 140 carácteres.

    Tenga usted un buen día, espero se sirva escribir algunas ocasiones antes de abandonar, que si bien es destino inevitable en todo, su arribo tardío bien puede arrojar algo de belleza.

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